Vivir dos veces

Recientemente, tuve la oportunidad de reencontrarme con dos viejos amigos con los que compartí aventuras y desventuras en un lejano país durante varios años.

Quiso el destino que durante una década no pudiéramos reunirnos, llegado el punto de casi perder el contacto.

El reencuentro apenas duró unas horas, y pese a la lejana distancia en que nuestros caminos divergieron, en cuanto nos vimos las caras fue como si no hubiera pasado el tiempo. Por suerte, nos despedimos con la promesa de repetir el encuentro; lamentando con cierta amargura no habernos visto mucho antes.

Llega un punto en la vida en que la corriente de cotidianidad en la que estás sumergido se detiene y echas la vista atrás para analizar lo que hiciste hasta ese momento; lamentar tus errores, celebrar tus aciertos, poner en una balanza objetivos cumplidos, sueños rotos y juzgar si escogiste bien el camino, o al menos fue el correcto.

Puede que seas muy joven y pienses que ese trance está muy lejos, pero es seguro que llegará y antes de lo que piensas.

Dicen que recordar es vivir dos veces, por eso, antes de que te asalte ese momento de discernimiento, experimenta, viaja, conoce gente, sueña, grita, ríe, llora... vive. No te dejes arrastrar por la duda, la desidia o por el miedo, pues al final, en la vida, solo nos quedarán los recuerdos. Y, ay del que no los tenga, pues este estará ya muerto.

Publicar un comentario

0 Comentarios