Senda de la playa - Pinar de Antequera

Todas las ciudades importantes tienen un pulmón verde, santuario de los pobres ciudadanos que deben pasar sus vidas transitando las contaminadas calles de su localidad pero que al menos pueden autoengañarse de que viven en el campo durante unas horas en una tranquila arboleda a dos pasos del Starbucks más cercano. Madrid tiene la Casa de Campo, Nueva York, Central Park y Valladolid... el Campo Grande, dirán algunos, pero como este fin de semana no he estado ahí, diremos que otro de los pulmones de la provincia es el Pinar de Antequera, que recibe dicho nombre porque está repleto de pinos, obvio, y porque estos fueron trasplantados desde la localidad malagueña en la Edad Media... En realidad, lo de Antequera no tiene ninguna relación con el topónimo andaluz sino que proviene de la derivación, a lo largo de los siglos, del término "ontequera", que significa "fuente pequeña". Al menos eso es lo que he encontrado en mis investigaciones, que han sido arduas y extensas porque no se habla mucho del tema, ni siquiera en Wikipedia.

Esta era la segunda ocasión que tenía la oportunidad de visitar esta área de esparcimiento a las afueras de Valladolid, y he de decir que me sorprendió el escaso número de visitantes que me encontré, aunque la primera hora de la mañana no fuera el mejor momento para pasear entre la flora local. Pese a esto, me resultó curioso lo concurrido que estaba el carril bici del barrio, a su paso por el barrio homónimo al del parque.

La avenida de la gente cansada

Aunque el pinar se puede recorrer a través de múltiples caminos, decidí realizar la senda de la playa, que recibe su costero nombre porque su recorrido nos llevará a las playas cantábricas. O eso gustaría a más de uno aunque solo fuera por ver a los Gauleiter locales echar espuma por la boca. En realidad, tras un agradable paseo, bien señalizado, a la sombra de los pinos sin que nadie te cante vamos a parar a la orilla del río Duero. El lugar está acondicionado con bancos para relajarse y mesas para solazar el espíritu, aunque el estado deteriorado del mobiliario le da un aspecto de abandono que junto con el complejo de edificios, cubiertos de grafitis, dan al lugar un aspecto tétrico digno de un capitulo de El Internado, la playa de Antequera.

El río Duero a su paso por el campo

El camino de vuelta al punto de partida, sito junto a los muros del Parque de Artillería, es más al descubierto y menos agradable a la vista llegando a caminar por el cortafuegos durante varios centenares de metros para terminar en un camino paralelo a la carretera que va directo a los aparcamientos, donde podremos repostar  tras un agradable paseo en llano de alrededor de 7 kilómetros.

No tuvimos ocasión de disfrutar de la presencia de la fauna local, aparte de un pato que hizo un vuelo rasante cercano a nuestra posición, y una reunión de procesionarias que cruzaban el camino sin prisa pero sin pausa, por lo cual habrá que tener cuidado si vais con perro. 

En definitiva, ruta ideal para aprovechar una mañana de domingo con resaca o sin ella, lejos del mundanal ruido y de la polución de la ciudad.

Viernes 13 VIII


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